Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano
“Los animo a vivir la celebración del Misterio Eucarístico, que nos une a Jesús, con espíritu de adoración y acción de gracias al Señor, porque es para nosotros principio de vida nueva y de unidad, que nos impulsa a crecer en el servicio fraterno a los más pobres y desheredados de nuestra sociedad”: fue el aliento del Papa a la Iglesia diocesana de la región de Magallanes, en Chile, reunida el 8 de noviembre al mediodía a través de internet, para celebrar la Eucaristía presidida por el obispo de Punta Arenas, en conmemoración del 500 aniversario de la celebración de la primera misa en territorio chileno, el 11 de noviembre de 1520. "A través de dicha Eucaristía - se lee en el sitio web de la Conferencia Episcopal de Chile - el Señor quiso hacer su entrada en nuestra patria a través de la puerta del estrecho, por medio de fray Pedro de Valderrama y los tripulantes de la expedición del explorador portugués Hernando de Magallanes".
Dios entró desde el Sur
Por medio de una carta, dirigida a Monseñor Bernardo Bastres Florence, obispo de Punta Arenas, Francisco recuerda que “es sobre todo de la Eucaristía, como nos recuerda el Concilio vaticano II, de donde 'mana hacia nosotros', como de una fuente, la gracia y con la máxima eficacia se obtiene la santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios”.
“Por tal motivo, en este quinto centenario podemos decir con razón, como manifiesta el lema de la diócesis de Punta Arenas, que 'Dios entró desde el Sur', pues esa primera Misa celebrada con fe, en la sencillez de una expedición en un territorio entonces desconocido, dio inicio a la lglesia que sigue peregrinando en esa querida nación.”
En la carta, con fecha 9 de noviembre, el Santo Padre extiende su saludo a los “demás hermanos obispos” así como a los sacerdotes, religiosos y fieles laicos de todas las diócesis del país sudamericano, uniéndose a ellos mientras “hacen memoria” de la primera eucaristía, una “fecha histórica, no sólo para la diócesis de Punta Arenas sino para toda la Iglesia católica de Chile”.
El Señor, compañero de camino de la Iglesia que peregrina en Chile
Una Iglesia particular, que como recuerda el Papa, se ha preparado “largamente para esta fecha especial” pero que a causa de la pandemia que “afecta al mundo entero y es causa de sufrimiento y muerte para millones de hermanos y hermanas”, ha impedido que se celebrara el 500 aniversario con actos litúrgicos masivos. “Sin embargo - constata el Sucesor de Pedro - aun en medio de esta limitación, no hay obstáculo que pueda acallar la gratitud que brota del corazón de todos ustedes, hijos e hijas de la Iglesia que peregrina en Chile, que con fe y amor renuevan su entrega al Señor, con la segura esperanza en que Él continuará acompañando su caminar en el devenir de la historia”.
El llamado a vivir una fraternidad solidaria y efectiva
Uniéndose a todos, “queridos pastores y fieles del Santo pueblo de Dios, en su agradecimiento al Señor que en la Eucaristía sigue haciéndose ‘pan’ que sacia el hambre más profunda de todo hombre y mujer", el Pontífice subraya que la Eucaristía “sigue convocando a todos en su amor para vivir una fraternidad solidaria y efectiva, que no excluye, que no oprime, que no ignora”.
“Que Nuestra Señora del Carmen, Modelo de la Iglesia y Auxilio de los cristianos, les enseñe a confiar en el Señor y a cumplir su voluntad, en el amor y en la justiciar para testimoniar al mundo Ia alegría del Evangelio.”
Finalmente, asegurando su oración, Francisco encomienda a “la amada lglesia que está en Chile” a la protección de la Madre de Dios y les imparte su bendición apostólica.
La diócesis se ocupará de una residencia para adultos mayores
Durante la celebración de la eucaristía, el obispo Bastres comunicó a la comunidad diocesana que ante el anuncio del cierre de la residencia Juan Pablo II del Hogar de Cristo, que acoge a adultos mayores de la región, la iglesia magallánica asumirá esa misión, a través de la Fundación FIDE XII, como signo en esta celebración de los 500 años de la primera Eucaristía en el país. “Comprometiendo nuestra ayuda a los adultos mayores, porque reconocemos en ellos al Señor” afirmó el el obispo de Punta Arenas. “Son los pobres y abandonados, incluso muchos de ellos que no tienen voz en nuestra sociedad y se encuentran solos y enfermos, a quienes queremos invitar a la mesa común de nuestras comunidades”. Por este motivo, el pastor invitó al compromiso de toda la diócesis en esta misión: a las comunidades cristianas, los movimientos apostólicos, los colegios y a las distintas instituciones de la sociedad civil.
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