Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
El 20 de septiembre, XXV domingo del tiempo ordinario, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus asomado a la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano. Comentando el Evangelio del día (cfr. Mt 20,1-16) que narra la parábola de los trabajadores llamados por el dueño de una viña para trabajar a cambio del jornal, el Santo Padre explicó que a través de esta historia, "Jesús nos muestra el sorprendente modo de actuar de Dios", representado en dos actitudes del dueño: la llamada y la recompensa.
Dios llama a todos y llama siempre
En primer lugar, la llamada -dijo Francisco - destacando que el propietario de la viña sale en cinco ocasiones a la plaza y llama a trabajar para él:
"Es conmovedora la imagen de este dueño que sale varias veces a la plaza a buscar trabajadores para su viña... A las seis, a las nueve, a las doce, a las tres y a las cinco de la tarde. Ese dueño representa a Dios, que llama a todos y llama siempre", aseveró el Papa haciendo hincapié en que nuestro Padre celestial actúa así también hoy: «nos sigue llamando a cada uno, a cualquier hora, para invitarnos a trabajar en su Reino. Este es el estilo de Dios, que hemos de aceptar e imitar. Él no está encerrado en su mundo, sino que “sale” continuamente a la búsqueda de las personas, porque quiere que nadie quede excluido de su plan de amor».
La Iglesia debe ser como Dios, "en salida"
En este contexto, el Pontífice indicó que igualmente nuestras comunidades están llamadas a salir de los varios tipos de “fronteras” que pueden existir, para ofrecer a todos la Palabra de salvación que Jesús vino a traer.
"Se trata de abrirse a horizontes de vida que ofrezcan esperanza a cuantos viven en las periferias existenciales y aún no han experimentado, o han perdido, la fuerza y la luz del encuentro con Cristo", puntualizó Francisco.
“La Iglesia debe ser como Dios: siempre en salida; y cuando la Iglesia no es en salida, se enferma de tantos males que tenemos en la Iglesia. ¿Y por qué estas enfermedades, en la Iglesia? Porque no es en salida. Es cierto que cuando uno sale, existe el peligro de tener un accidente. Pero es mejor una Iglesia accidentada por salir a proclamar el Evangelio, que una Iglesia que está enferma por estar cerrada. Dios sale siempre, porque es Padre, porque ama. La Iglesia debe hacer lo mismo: siempre en salida”
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FUENTE: VATICANNEWS
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