En la alegoría del Pastor, Jesús llama la atención sobre un tipo de escucha particular: la atención a su voz, la capacidad de identificarla de tal manera que se puede “reconocer” en cualquier circunstancia y distinguirla de “la voz de los extraños” (Jn 10,4-5).
Se trata de una escucha que permite que ese timbre particular despierte el corazón y le anuncie la llegada de una presencia; esto es mucho más que una palabra que estimula el oído y el intelecto, en realidad es una invitación a una relación.
VEA EL ANEXO
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