Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano
La calurosa jornada romana no impidió a muchísimos fieles rezar junto con el Pontífice en la Plaza de San Pedro a la Madre de Dios. La famosa parábola del “buen samaritano” que presenta el Evangelio del día, fue el tema de la catequesis del Papa, y la pregunta planteada a Jesús por parte de un doctor de la ley, su punto de partida.
«¿Quién es mi prójimo?»
El doctor de la ley pregunta a Jesús sobre lo que es necesario para heredar la vida eterna, y Jesús “le invita a encontrar la respuesta en las Escrituras”: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo».
El Papa notó que sin embargo, había diferentes interpretaciones de quién debía ser entendido como “prójimo”. De hecho, ese hombre todavía pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús responde con la parábola del Buen Samaritano:
«El protagonista de la breve narración – recordó Francisco – es un samaritano, que a lo largo del camino encuentra a un hombre, robado y golpeado por ladrones, y cuida de él. Sabemos que los judíos trataban a los samaritanos con desprecio, considerándolos extraños al pueblo elegido. No es, pues, una coincidencia que Jesús escogiera precisamente a un samaritano como personaje positivo de la parábola».
También quien no conoce a Dios puede actuar según su voluntad
Escogiendo a un extranjero, explicó el Santo Padre, Jesús quiere superar el prejuicio, demostrando que “incluso uno que no conoce al verdadero Dios y no frecuenta su templo, es capaz de comportarse según su voluntad, sintiendo compasión por el hermano necesitado y socorriéndolo con todos los medios a su alcance”.
El Papa recordó luego que por ese mismo camino, antes que el samaritano, habían pasado un sacerdote y un levita sin detenerse, probablemente para "no contaminarse con su sangre”. La reacción de estas personas, “dedicadas a la adoración de Dios”, fue de anteponer “una regla humana ligada al culto”, a saber, el no contaminarse con la sangre, al “gran mandamiento de Dios”, que, sobre todo, “quiere la misericordia”:
«Jesús, pues, propone como modelo al samaritano, precisamente uno que no tenía fe. También nosotros pensamos en tanta gente que conocemos, quizás agnóstica, que hace el bien. Jesús escoge como modelo uno que no era un hombre de fe. Y este hombre, que ama a su hermano como a sí mismo, muestra que ama a Dios con todo su corazón y con todas sus fuerzas - ¡el Dios que no conocía! - y al mismo tiempo expresa la verdadera religiosidad y la plena humanidad».
Jesús invierte nuestra lógica
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«¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de ladrones?». Con esta respuesta de Jesús a su interlocutor, tras la narración de la breve parábola, el Maestro “invierte nuestra lógica”, dijo el Papa. Esto porque nos hace comprender “que no somos nosotros los que, a partir de nuestros criterios, definimos quién es prójimo y quién no, sino que es la persona en necesidad quien debe ser capaz de reconocer quién es su prójimo”. Es decir, señaló Francisco, “quién tuvo compasión de él”:
«Ser capaces de tener compasión: esa es la clave. Esta es nuestra clave. Si no sientes compasión frente a una persona necesitada, si tu corazón no se conmueve, significa que algo anda mal. ¡Está atento, estemos atentos! No nos dejemos llevar por la insensibilidad egoísta. La capacidad de compasión se ha convertido en la piedra de comparación del cristiano, ante la enseñanza de Jesús. Jesús mismo es la compasión del Padre por nosotros. Si vas por la calle y ves a un sin techo tirado allí, y pasas sin siquiera mirarlo tal vez, o si piensas: "Bueno, es el efecto del vino, es un borracho", pregúntate a ti mismo no si ese hombre está borracho, pregúntate si tu corazón no se ha endurecido, si tu corazón no se ha convertido en hielo».
Ser capaces de tener compasión como Dios
«Esta conclusión indica que la misericordia hacia una vida humana en estado de necesidad es el verdadero rostro del amor. Así se llega a ser verdadero discípulo de Jesús y se manifiesta el rostro del Padre: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36). Es así como el mandamiento del amor a Dios y al prójimo se convierte en una regla de vida única y coherente».
“ Dios, nuestro Padre, es misericordioso, porque tiene compasión; es capaz de tener esta compasión, de acercarse a nuestro dolor, a nuestro pecado, a nuestros vicios, a nuestras miserias ”
En el final de su alocución, el Obispo de Roma elevó su oración al cielo, pidiendo que “la Virgen María nos ayude a comprender y sobre todo a vivir cada vez más el vínculo inseparable que existe entre el amor a Dios nuestro, que es Padre, y el amor concreto y generoso a nuestros hermanos, y nos de la gracia de tener y crecer en la compasión".
Nuevo llamamiento del Papa por Venezuela
Tras el rezo mariano, un nuevo llamamiento del Papa por Venezuela, para que se ponga fin al sufrimiento del pueblo, extenuado por la crisis que continúa. También los saludos a los fieles, en particular, a los jóvenes de la diócesis de Pamplona y Tudela, a los del curso para formadores promovido por “Regnum Christi”, a las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret que celebran el Capítulo General y a los chicos de la Confirmación de Bolgare (Bérgamo). También a los fieles polacos que participan en la Peregrinación anual de Radio María al Santuario de Czestochowa.
Fuente: vaticannews
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