Ante la alegre celebración del nacimiento del Hijo de Dios, el próximo 25 de diciembre, les hago llegar un afectuoso saludo a todos los integrantes de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile, como a sus familias y seres queridos.
Navidad es una oportunidad para centrarnos en la persona de Jesucristo, que nació pobre y humilde en Belén por nuestra salvación y para enseñarnos a conocer el amor de Dios. «El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo» (1 Jn 4,14), nos dice el evangelista san Juan. Y esto, porque nuestras faltas y debilidades nos impiden ser mejores personas y mejores cristianos. La invitación que Dios Padre nos hace en este tiempo es a dejarnos salvar por su Hijo, a recibirlo Niño en nuestros hogares, en el barrio y en la Patria, pero sobre todo a recibirlo Niño en el propio «corazón», símbolo del centro de nuestra persona y de la capacidad de relaciones interpersonales y de amor.
También Navidad nos da a conocer de manera extraordinaria el amor de Dios por nosotros. Nuevamente el evangelista san Juan nos expresa que «tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo único» (Jn 3,16). El «tanto amó Dios» explica el misterio de la Navidad como acto inmenso de entrega de un Dios que quiere caminar con nosotros, no desde el cielo, sino junto a ti, a mí, a todos, por lo que se hace «como nosotros», para estar «entre nosotros». El «tanto amó Dios» nos permite comprender que el infinito se haga finito, que el eterno se haga temporal, que el Hijo de Dios se haga hijo de María, porque –en definitiva– ¡«Dios es amor»! (1 Jn 4,8).
Es importante armar un pesebre en la familia, para darnos cuenta que el Niño Jesús no nos quita nada, al contrario, se da a sí mismo para que tengamos felicidad. Pero más importante aún es que cada uno de nosotros seamos «pesebre» para Cristo de manera que Él pueda nacer y vivir en «el corazón», en el centro de nuestra persona y de nuestras relaciones interpersonales, todo animado por el amor. El pesebre necesita «una estrella», esto es, de nosotros que –guiados por la fe– perseveremos en nuestra vida cristiana aún en medio de las dificultades. Y también el pesebre requiere de unos «magos» o «sabios» que le ofrezcan lo mejor de sus dones, y de sencillos «pastores» que saben encontrarlo en los avatares de la vida y de su profesión. Que como ellos, sepamos escuchar que «hoy… les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc 2,11). Que como ellos, alabemos a Dios porque tanto nos amó, que nos regalo a su Hijo para nuestra salvación y felicidad.
Que María y José, junto al pesebre, sean nuestros ejemplos por su disponibilidad al Don de Dios (Jesucristo) y nos enseñen a ser generosos y serviciales.
¡Feliz Navidad y un bendecido año 2018!
+ Santiago Silva Retamales
Obispo Castrense de Chile
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